La final del Torneo de Invierno 2014 nos dejó muy resfriados. No de fútbol, no de nivel, no de competición. Nos dejó resfriados de violencia, del mal ambiente en los estadios; con la inolvidable imagen de una muchacha con la cara cubierta en sangre porque la alcanzaron los “misiles” de la intolerancia de una afición a otra.
Nos dejó golpeados, a algunos literalmente. Con la polémica firma de Francisco Calvo con el Saprissa, los actos violentos y las amenazas hasta de muerte publicadas al jugador en redes sociales; nos evidenciaba una tónica violenta que no había bajado. Decepcionados creimos que nos esperaban muchas páginas cubiertas de información indignante en los estadios durante el Verano 2015.
Por suerte, el primer encuentro de equipos de fútbol y aficiones no fué más que una gran fiesta en la que cada quien tenía la libertad de apoyar en paz. No existía ahí el territorialismo, talvez por tratarse de un escenario tan neutral como el Estadio Nacional. Aficionados del Saprissa, Herediano, Alajuelense y Cartaginés sentados a la par, apoyando, celebrando, vitoreando: Viviendo el fútbol.
Los 90 minutos por la Vida nos cargaron de buenas vibras, nos llenaron de una esperanza talvez necesaria para la cobertura de un nuevo torneo, que empezará el 18 de enero. Y si bien sabemos, no tendremos payasos ni juego de pólvora en cada fecha; sabemos que podremos contar con aficionados que disfrutaron tanto la tranquilidad del encuentro como nosotros.
De pequeña recuerdo asistir al Estadio con mis papás. Nunca tuve la horrible experiencia de ver pedradas, de tener que salir corriendo de una gradería en la que estuvieran “agarrándose”, nunca tuve que lamentar la muerte de un ser querido por una camiseta. Eso no quiere decir que la pasión por el fútbol no existiera entonces, quiere decir que sabíamos que era sólo eso: Fútbol.
Me ha tocado ser testigo de cómo los jugadores de todos los equipos salen de los camerinos y se dan la mano, se brindan abrazos, se preguntan por sus familias y demás. Éso, después de haber jugado clásicos, finales, semifinales y otros encuentros decisivos. Se chotean, como es propio del tico, pero nunca se faltan al respeto, no hay agresión,no hay “malas voluntades”.
Entonces, porqué los aficionados tienen la necesidad de transformar un juego tan lindo y apasionante en golpes, violencia y enemistad? Es utópica la posición de esperar que “seamos todos amigos” y sé que es difícil de esperar.
Pero tener tolerancia permite espectáculos como el de ayer. Niños con sus padres disfrutando del bien llamado “deporte más hermoso del mundo”. Apoyando, gritando, siendo partícipes de la hermosa fiesta del fútbol. Porqué privarlos de semejante placer? Del fútbol con el que nosotros crecimos, vivido en familia, entre amigos; ¡cómo se valoran los momentos en los que las aficiones permiten que todos disfrutemos!.
Así, si dan ganas de ir al Estadio. Así, si dan ganas de apoyar. Así, si se puede decir: ¡Qué bonito es el fútbol en Costa Rica!